Próximamente inauguraré un nuevo espacio terapéutico en Torre del Mar. Ando ilusionada con el proyecto, ya que, de alguna forma, es un proyecto que se viene fraguando en mi cabeza (y no solo en mi cabeza) desde hace muchos años. Mi vinculación con Torre del Mar es puramente sentimental: allí pasé mi infancia y mi adolescencia. Trabajar allí es como volver a casa. Ahora «volver» en lo terapéutico es también volver a mis raíces. Dicen que los espacios físicos condicionan el proceso terapéutico. Este espacio está ideado para sentirse tranquila y libre. Para que el encuentro discursivo tenga «su» lugar.





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